Al inicio del mes de octubre escuché que habría una Jornada por la Justicia en El Paso, TX. En el momento sentí curiosidad por saber más, pero solo bastó la interrupción de una llamada telefónica para distraer mi atención. A los pocos días recibí una invitación personalmente a participar en la Jornada. En ese momento no pude justificarme a mi misma de estar distraída y tratar de apaciguar el dolor que he sentido en mi corazón cuando escucho las noticias sobre las familias que son divididas por causa de su estatus migratorio en los Estados Unidos. Aún sintiendo inseguridad, acepte la invitación en un acto de fe y solidaridad.
En los tres días de Jornada pude profundizar lo que significa estar en solidaridad con nuestros hermanos y hermanas que se encuentran en la frontera. El Mons. Arturo Bañuelas, nativo de El Paso y muy conocido por su abogacía de parte de los granjeros, asuntos de inmigración y su trabajo de justicia en la frontera dice, “Solidaridad es más que acompañamiento”. Continuó explicando que “una verdadera solidaridad nos debe mover de la zona de conforte”. Nos abre la mente y el corazón a la incomodidad, la cual tratamos de evadir muchas veces, para estar al lado de la persona que sufre. O en las palabras del Dr. Michael Nicolás Okinczyc-Cruz, Director Ejecutivo y cofundador de la Coalition for Spiritual & Public Leadership, “Es una lucha con el mismo Dios para hacer lo que es lo correcto”. En otras palabras, no podemos continuar ignorando el llamado del Espíritu de Dios a movernos de una actitud pasiva a una actitud activa en cuestión a lo que está sucediendo con estas familias.
El peregrinaje hacia la frontera tomo lugar en el segundo día de la Jornada. Este acto público y pacífico en grupo con otros participantes de la Jornada me proveyó la oportunidad de tener un encuentro con mis hermanos y hermanas que están en la frontera. Entre las carpas de plásticos conocí a Marta, una joven madre con tres niños menores de 8 años de edad. Entre las distintas cosas que platicamos, me impresionó que aún bajo las condiciones inhumanas éstas familias hayan podido formar una comunidad. Marta me explicó que para proteger a las familias de cualquier daño, en las noches los hombres hacen una rotación para vigilar el área mientras que las mujeres y los niños duermen. También aprendí que entre las familias se aseguran compartir los alimentos que reciben. Estas observaciones no justifican las condiciones inhumanas de estas familias, pero creo que hay algo muy valioso que cada uno de nosotros podemos aprender en cómo ser una comunidad.
Antes de partir de Cuidad Juárez, MX, para cruzar la frontera de regreso a El Paso, TX, cada participante de la Jornada tuvo la oportunidad de bendecir el puente. Este acto público y pacífico nos permitió reclamar el puente que nos une. De un modo simbólico, todos los que cruzamos el puente también podemos ser un medio de unión con estas familias cuando compartimos estas experiencias con otros de regreso a casa.
La Jornada concluyó con la celebración de la Santa Misa celebrada por el Obispo Mark J. Seitz de la Diócesis de El Paso quien también firmo la carta pastoral Noche Ya No Habrá después de la Misa. Dicha carta señala las injusticias por el racismo, el odio y la supremacía blanca en las comunidades de la frontera y alrededor de la nación. Los invito a que lean la carta pastoral del Obispo Seitz https://www.hopeborder.org/nightwillbenomore-spa
Aún estoy procesando y reflexionando sobre mi experiencia como participante de la Jornada por la Justicia. Quiero pensar que a través de esta reflexión ustedes también se están haciendo más conscientes de estas realidades y de algún modo pude aportar mi granito de arena.